Río del olvido
Alfonso Reyes Ochoa
Leído por Alba





Río de Enero, Río de Enero:
        fuiste río y eres mar:
        lo que recibes con ímpetu
        lo devuelves devagar.
Madura en tu seno al día
        con calmas de eternidad:
        cada hora que descuelgas
        se vuelve una hora y más.
Filtran las nubes tus montes,
        esponjas de claridad,
        y hasta el plumón enrareces
        que arrastra la tempestad.
¿Qué enojo se te resiste
        si a cada sabor de sal
        tiene azúcares el aire
        y la luz tiene piedad?
La tierra en el agua juega
        y el campo con la ciudad,
        y entra la noche en la tarde
        abierta de par en par.
Junto al rumor de la casa
        anda el canto del sabiá,
        y la mujer y la fruta
        dan su emanación igual.
El que una vez te conoce
        tiene de ti soledad,
        y el que en ti descansa tiene
        olvido de lo demás.
Busque el desorden del alma
        tu clara ley de cristal,
        sopor llueva el cabeceo
        de tu palmera real.
Que yo como los viajeros
        llevo en el saco mi hogar,
        y soy capitán de barco
        sin carta de marear.
Y no quiero, Río de Enero,
        más providencia en mi mal
        que el rodar sobre tus playas
        al tiempo de naufragar.
—La mano acudió a la frente
        queriéndola sosegar—.
        No era la mano, era el viento.
    No era el viento, era tu paz.
Romances del Río de Enero (1932)
Este libro pertenece a la colecciòn Alba Learning.
Capítulos
| Río del olvido | 3:42 | Leído por Alba |