Invernal
Rubén Darío
Leído por Alba





Noche. Este viento vagabundo lleva
Las alas ateridas  
Y heladas. 
El gran Andes  
Yergue al inmenso azul su blanca cima. 
La nieve cae en copos,  
Sus rosas trasparentes cristaliza;
En la ciudad, los delicados hombros  
Y gargantas se abrigan;  
Ruedan y van los coches,  
Suenan alegres pianos, el gas brilla;  
Y, si no hay un fogón que le caliente,  
El que es pobre tirita.
***
Yo estoy con mis radiantes ilusiones  
    Y mis nostalgias íntimas,
    Junto a la chimenea,  
    Bien harta de tizones que crepitan;
    Y me pongo a pensar: 
    ¡Oh, si estuviese  
    Ella, la de mis ansias infinitas,  
    La de mis sueños locos,  
    Y mis azules noches pensativas!  
    iCómo! Mirad: De la apacible estancia  
    En la extensión tranquila,  
    Vertería la lámpara reflejos  
    De luces opalinas.  
    Dentro, el amor que abrasa;  
    Fuera, la noche fría,  
    El golpe de la lluvia en los cristales,  
    Y el vendedor que grita  
    Su monótona y triste melopea  
    A las glaciales brisas;  
    Dentro, la ronda de mis mil delirios,  
    Las canciones de notas cristalinas,  
    Unas manos que toquen mis cabellos,  
    Un aliento que roce mis mejillas,  
    Un perfume de amor, mil conmociones,  
    Mil ardientes caricias;  
    Ella y yo: los dos juntos, los dos solos,  
    La amada y el amado, ¡Oh, Poesía!  
    Los besos de sus labios.  
    La música triunfante de mis rimas,  
    Y en la negra y cercana chimenea  
    El tuero brillador que estalla en chispas.  
***
 ¡Oh! ¡Bien haya el brasero
Lleno de pedrería!  
Topacios y carbunclos,    
Rubíes y amatistas  
En la ancha copa etrusca  
Repleta de ceniza.  
iLos lechos abrigados,  
Las almohadas mullidas,  
Las pieles de Astrakán, los besos cálidos  
Que dan las bocas húmedas y tibias!  
¡Oh, viejo invierno, salve!  
Puesto que traes con las nieves frígidas  
El amor embriagante  
Y el vino del placer en tu mochila.  
***
Sí, estaría a mi lado,  
    Dándome sus sonrisas,  
    Ella, la que hace falta a mis estrofas,  
    Esa que mi cerebro se imagina;  
    La que, si estoy en sueños.  
    Se acerca y me visita;  
    Ella que, hermosa, tiene  
    Una carne ideal, grandes pupilas,  
    Algo del mármol, blanca luz de estrella;  
    Nerviosa, sensitiva,  
    Muestra el cuello gentil y delicado  
    De las Hebes antiguas,  
    Bellos gestos de diosa,  
    Tersos brazos de ninfa,  
    Lustrosa cabellera  
    En la nuca encrespada y recogida,  
    Y ojeras que denuncian  
    Ansias profundas y pasiones vivas.    
    iAh, por verla encarnada,  
    Por gozar sus caricias,  
    Por sentir en mis labios  
    Los besos de su amor, diera la vida!  
    Entretanto, hace frío.  
    Yo contemplo las llamas que se agitan,  
    Cantando alegres con sus lenguas de oro,  
    Móviles, caprichosas e intranquilas,  
    En la negra y cercana chimenea  
    Do el tuero brillador estalla en chispas.    
***
Luego pienso en el coro  
    De las alegres liras,  
    En la copa labrada el vino negro,  
    La copa hirviente, cuyos bordes brillan  
    Con iris temblorosos y cambiantes  
    Como un collar de prismas;  
    El vino negro que la sangre enciende  
    Y pone el corazón con alegría,  
    Y hace escribir a los poetas locos  
    Sonetos áureos y flamantes silvas.  
    El Invierno es beodo.  
    Cuando soplan sus brisas,  
    Brotan las viejas cubas  
    La sangre de las viñas.  
    Sí, yo pintara su cabeza cana  
    Con corona de pámpanos ceñida.  
    El Invierno es galeoto,  
    Porque en las noches frías  
    Paolo besa a Francesca 
    En la boca encendida,  
    Mientras su sangre como fuego corre  
    Y el corazón ardiendo le palpita,  
    iOh, crudo Invierno, salve;  
    Puesto que traes con las nieves frígidas  
    El amor embriagante  
    Y el vino del placer en tu mochila!  
***
Ardor adolescente,  
    Miradas y caricias,  
    ¡Cómo estaría trémula en mis brazos  
    La dulce amada mía,  
    Dándome con sus ojos luz sagrada,  
    Con su aroma de flor, savia divina!  
    En la alcoba la lámpara  
    Derramando sus luces opalinas;  
    Oyéndose tan sólo  
    Suspiros, ecos, risas.  
    El ruido de los besos.  
    La música triunfante de mis rimas,  
    Y en la negra y cercana chimenea  
    El tuero brillador que estalla en chispas,  
    iDentro, el amor que abrasa;  
    Fuera, la noche fría!
Publicado en "La España moderna" (Revista Ibero-Americana) Julio 1890
(0 hr 9 min)Este libro pertenece a la colecciòn Alba Learning.
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