Los tres quejosos
Juan Eugenio Hartzenbusch
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—¡ Qué mal —gritó la monaque
estoy sin rabo !
—¡ Qué mal estoy sin astas !
—repuso el asno— .
Y dijo el topo:
—Más debo yo quejarme,
que estoy sin ojos.
No reniegues, Camilo,
de tu fortuna;
que otros podrán dolerse
más de la suya.
Si se repara,
nadie en el mundo tiene
dicha colmada.
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Los tres quejosos | 1:33 | Read by Alba |